sábado, julio 21, 2007

Otro cumpleaños

Lo pasé tranquila, relajada. Almorzando con mis padres, sin sobresaltos. Tratando de olvidarme de cualquier conflicto. Lo pasé bien.
Haciendo caso a consejos y sugerencias, sumados a mi pensamiento general, ya intenté enviar un CV a un lugar nuevo. Completamente diferente el trabajo al que estoy haciendo en la actualidad pero, según da la sensación, con personas de mayor calidad humana. No se qué pasará: si tendré éxito y lo conseguiré o no pero no estoy ansiosa, estoy esperanzada. Mientras, sigo donde estoy pero lo llevo con otra calma y ya me puse el "escudo interior".
He recibido hermosos regalos. No me refiero a regalos "materiales" sino a hermosísimos regalos para el alma.
Un nuevo año comienza hoy e intento ser positiva.

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lunes, junio 11, 2007

Tiempos difíciles

Primero fue la bronca, la indignación por la injusticia, el pataleo de la rabia, la furia por no poder cambiar la situación. Después, fue mi cerebro que comenzó a maquinar sin parar: revoluciones de pensamientos por minuto. Más tarde, la irritabilidad, los nervios a flor de piel, la contractura del cuerpo entero. Por lo general, mis nervios estallan hacia adentro y no se exteriorizan. En esta oportunidad sí y comencé a sentir que, cada vez más nerviosa, estaba irritable con los demás. Finalmente, el cansancio total del cuerpo, el agotamiento, el desánimo producto de la depre, ese sentimiendo de estar hundiéndome en el pozo, acompañados por la imposibilidad de dormir. Llevo casi diecisiete días durmiendo poco y nada, sin poder conciliar el sueño por mucho que me lo proponga. Comencé a preocuparme seriamente. Se que no se puede llevar nada adelante sin dormir, o durmiendo un par de horas diarias.
Los problemas son, exclusivamente, laborales pero afectan y afectan mucho. El trabajo que hago me gusta mucho, no pasa por ahí. El problema está en las relaciones humanas, en el maltrato, en todo lo que tengo que soportar porque otro remedio no queda, porque no puedo darme -hoy por hoy- el lujo de renunciar. Con mucho gusto lo haría en un segundo y no puedo y a seguir porque, aunque no es lo indicado, es lo único que tengo y me sostiene. Mal pero algo es mejor que nada. Se hace difícil tener que soportar gente loca, gente que maltrata por el simple placer del maltrato. Se hace cada día más horrible tener que pasar mis horas allí. El simple hecho de tener tener que salir de casa para ir a trabajar es algo que me cuesta más cada mañana. Demasiadas horas metida en un sitio en el que no me siento cómoda sólo por obligación. A todo esto se suma el problema econónico, padeciendo por un sueldo que no es, ni de lejos, el que debería ser. Nos guste o no, el dinero existe, el dinero paga cuentas, el dinero compra comida, el dinero está en el bolsillo listo para una salida de mayor o menor importancia . Y cuando el dinero decae, cuando se sabe que no hay esperanzas de aumentos, etc. la vida se comienza a complicar. No es buen negocio tener que estar metida en un lugar durante tantas horas diarias, soportar algunos tratos que no son los indicados para cobrar un sueldo que no nos alcanza. Así estaba y estoy estos días. Aunque hoy algo cambió dentro mío. No fue nada especial. Sólo fui a mi cita con el médico, el clínico al que voy y conozco desde hace años. Fui, sin pensar demasiado, sólo para que me recete el Sanax de cada mes, nada más. Sin embargo, de un modo extraño, me vi allí con el doc contándole lo que me pasaba. Ni yo se por qué lo hice, no tenía nada que ver que se lo contase a él que sólo es médico y en mi vida no puede intervenir. Creo que la conversación vino como explicación al por qué no puedo dormir y me paso toda la noche despierta, pensando, con pensamientos que giran sin ton ni son y que no resuelven nada pero que me impiden pegar ojo. ¡El insomnio! Y no me puedo dar ese lujo porque madrugo todas las mañanas y trabajo todo el día y es fundamental que esté despierta. Pero, todo se convierte en una cadena. Y se lo contaba al doc. en una cita de no más de diez minutos. Sin embargo, sus palabras - tanto a nivel profesional como humano - me dieron un gran empujón. Fue increíble: nada cambió en mi vida, todo sigue tal como estaba pero al escucharlo a él, médico en quien confío mucho desde hace unos años, me sentí más animada, me dio cierta energía. Sólo me dijo que por mucho que me encante lo que hago (de hecho, lo que hago me encanta) es nocivo estar inmersa en un clima hostil. Que eso me va a terminar perjudicando la salud o voy a terminar por odiar el lugar en el cual trabajo. Y esa sí es una pena porque el trabajo es muy lindo, lo feo es la gente, la gente que carece de humanidad. "Por favor, no se enferme" -dijo -. "Ud. tiene que protegerse". Volví con mis Sanax en la mano pero, tal como me dijo y él y yo coincido, el problema no es el psicofármaco, sino mi sistema nervioso alterado, la depresión, la ansiedad. No dijo mucho ni resolvió nada, por supuesto, pero, regresé mucho más reconfortada. Me hicieron bien sus palabras. Presiento que esta noche lograré dormir.

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sábado, mayo 12, 2007

Días de encuentros


Con el griego. Cumplió 81 años el 1º de Mayo. Como, por supuesto, era feriado nos vimos en el café nuevo el miércoles 2. Hablamos, como de costumbre, de la vida, de la muerte, de la gente, y de su tarde de festejo. Quise estar presente en "su día" así como él estuvo presente el día de mi cumpleaños. Quiso compartir conmigo un trozo de torta, unas masitas dulces y un rato de compañía y conversación. Tampoco faltó el tema de la hechicería milenaria de Grecia, la magia griega, de los Delfos, de las hechizos y de las magas. El griego sostiene que yo soy una "maguisa". Así suena cuando lo pronuncia. En griego μάγος significa mago en masculino, me falta averiguar el femenino.


Un encuentro dominical. Domingo 6. Con la Hna. Josefina que tuvo la amabilidad de brindarme más de una hora de su valioso tiempo en un día en el que, estoy segura, carecía de él ya que era su último día en la ciudad. Tenía muchas ganas de conocerla antes de su partida a Uruguay y le estoy muy agradecida de que me haya dado la posibilidad. Fue mi tercer encuentro bloguero. Sumamente enriquecedor. Conversar con ella, personalmente y a solas, fue un lujo, un regalo de la vida, un acercamiento a lo espiritual. Casi como un diálogo con Dios. Un antiguo amigo mío sostuvo siempre en vida, y hasta el día de su muerte, que Dios tenía rostro de mujer. Tal vez estuviera en lo cierto. Me llenó de paz.


Miércoles 9 en nuestro Hollywood porteño. Café fumadores. Encuentro fotográfico con un miembro del flickr. Desde que estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para aprender algo de photoshop y poder sacar mejores frutos de la cámara digital, es una de las personas que más cooperó, que más consejos y sugerencias me dio. Además, admiro su producción fotográfica, su idoneidad y su excelente dominio de las imágenes. Compartimos una cerveza, cámara en mano ambos, y continuó hablándome de técnicas de fotografía y photoshop. Por encontrarse conmigo se perdió de ver Boca-Vélez y se que eso para un hombre es un sacrificio total. Sin embargo, estuvo allí.


Está demás aclarar que todos los encuentros fueron sin rimmel.

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lunes, abril 30, 2007

Domingo de encuentro con Anónima

Veníamos pensando en encontrarnos de un momento a otro.
Ella siempre me hablaba de mesitas palermitanas, sector fumadores.
Y yo, en los últimos tiempos, sólo arreglo encuentros en lugares en los que se pueda fumar. No cedo. Entrar a un café en el que esté prohibido fumar debe ser como que te encierren en un calabozo, imagino.
Como este fin de semana - para mí - es largo (hoy no trabajo), aproveché para desestresarme un poco. Poquito porque mucho no alcanzo a lograrlo. Además, aunque me quedé en casa, trabajé bastante. Me volqué a la fotografía (¡cómo y cuánto me gustan las fotos!) y también porque quería aprender a usar bien el Photoshop. Ese programa es, a mi gusto, uno de los más completos para retocar fotos, para hacer trucos, para incentivar la imaginación y crear algo. Nunca tuve tiempo suficiente para dedicarle y aprender a usarlo bien. Quiero aprender porque se que vale la pena y sabiendo cómo funciona podré aprovechar al máximo sus herramientas y sacarle el jugo. Busqué un buen tutorial (terminó resultándome excelente) y practiqué durante todo el fin de semana. Hasta logré hacer un dibujito a lápiz y me sentí tan contenta como cuando aprendí el abc antes de entrar a primer grado.
Pero, volviendo a anónima, ayer domingo a la tardecita coordinamos lugar y hora. El lugar lo coordinó ella que, afortunadamente, parece que conoce todos los cafés y restaurantes para fumadores que hay en Buenos Aires.
Mientras que coordinábamos el encuentro, pensaba que por qué será que me meto yo en cosas tan extrañas como puede ser encontrarse con una desconocida, encima anónima (porque ni siquiera se su nombre) un domingo por la tarde. Tan tranquila y entusiasmada que estaba yo en casa, camisón y pantuflas luchando, cuerpo a cuerpo, con el Photoshop. ¿Y si no nos caemos bien?, pensé. ¡Ma sí, yo voy igual y pido un cafecito chico! Si veo que la cosa no va, busco alguna excusa y me voy enseguida. Porque, pienso: una cosa es el blog y el diálogo desde aquí y otra es hablar con la gente de la vida real. Para colmo, ella no tiene blog así que no la leo ni se nada de su vida... En fin, por ahí andaban mis cavilaciones cuando veo que se me viene la hora del encuentro y yo seguía en camisón. Me baño y me cambio la ropa en un abrir y cerrar de ojos. Salgo a la calle con todos los pelos parados porque hasta que el cabello no está bien seco no lo puedo domesticar.

Cuando llegué apurada al punto de encuentro me pasó lo que, supongo que es normal. sucede cuando una tiene que encontrarse con una desconocida: llego al lugar y camino para aquí y para allá, gasto la vereda de la esquina, doy vuelta por una calle y por la otra. Encima no me acordaba si habíamos quedado adentro o afuera. Miro afuera y no veo a nadie con las características de la anonima que yo tenía en mi mente. No se por qué la imaginaba una señora, mujer madura, bastante gordita, morocha, con anteojos y con aspecto de docente. Recorro con la mirada todas las mujeres del café, de adentro y de afuera, y no visualizo ninguna con las características que llevaba en mi imaginación.
Gracias a Dios, ella me había dicho de qué color era su abrigo así es que comencé a buscar con la mirada mujeres con abrigos de ese color. La única persona que vi que llevara un abrigo de un color parecido, era una chica joven que estaba sentada sola en una de las mesitas de afuera. Pero, tampoco estaba segura de que fuera el color que anónima me había dicho. Me acerco un poco más a la mesa de esta chica para mirarle el abrigo más de cerca. El color se asemejaba a lo que podía ser pero tampoco estaba segura de que fuera el color que ella me había dicho. La chica, sentada en su mesita, parecía estar super tranquila hojeando un libro. Y yo ahí parada pensando qué hacer. ¿Cómo le voy a preguntar a esta chica si ella es la anónima? No llega a ser ella y me voy a sentir la más ridícula de la tierra. Entro al café para mirar si había alguien, en sector fumadores. Sólo había una señora que rondaba por los 80 o más. No, no creo que sea ella. Vuelvo a salir y la última opción era abordar a esta chica y ¡preguntarle! Me acerqué a su mesa y el típico: "¿vos sos....?", "Sí, y vos sos R.R.". Uf, ¡qué alivio! ¡Era ella!
Una mina fantástica. Nada que ver con la imagen que yo me había inventado en el cerebro. Joven, linda, delgada, una chica "fashion" pero "fashion pensante" de las que me caen bien. Para nada hueca. Lo que yo llamaría una mina "très très chic". Y es una persona de ¡las habladoras! ¡Qué suerte! Porque para eso se encuentra una: para hablar y no para quedarse en silencio. Anónima, la verdad que de muda no tiene nada. Hablamos tres horas seguidas sin stop. Increíble. Y, por supuesto, pedimos más de un café porque el diálogo daba para más. Parece mentira cómo se vuela el tiempo cuando una se siente cómoda.
De repente, me di cuenta de que ella sabía casi todo de mí (es lógico porque lee el blog) y era como si me conociera. Sin embargo, yo de ella no sabía nada. Esto no fue ningún problema porque, en otro abrir y cerrar de ojos, me puso al tanto de todos los aspectos de su vida, Me habló de sus diferentes trabajos, de un ex jefe, criticó al mío (muy bien hecho), de los novios que tuvo, los ex, el actual (se me hizo una coctelera en el cerebro pero ahora ya los tengo diferenciados). También de su familia, de sus amigos y hasta de los vecinos. Nah, si es lo que digo, diálogo no faltó. Criticamos a un par de bloguers, jeje, pero no fue tan grave, ya que también hablamos bien de otros.
Volví a corroborar que este mundo es un pañuelo. Buenos Aires es grande y no va que venimos nosotras a vivir justito en la misma calle. Eso sí que se llama coincidir. Después, me hablaba de conocidos suyos, lugares a los que suele ir y lo que me menciona me suena casi familiar. Me habló de un hombre que fue a ver, me lo nombra y yo pienso: "¡¡uhhhhhh, no lo puedo creer!!! Si con este hablo yo seguido por teléfono, me persiguió con los mails hasta que lo entrevisté, quiso que lo ayudara en x proyecto". ¡Claro, lo conozco! y viene anónima y me lo nombra. Pero, como en domingo y fuera de la oficina, no hablo de laburo no dije nada. Que este lugar, que aquel otro. Y casi todos me eran familiares porque alguna vez estuve relacionada con esos lugares.
En resumen, me encantó el encuentro, me encantó la conversación fluída, me encantó conocer a anónima. Que aún sigue siendo anónima porque, de tanto hablar, nos despedimos y no le pregunté su nombre.
En muchas cosas se parece a mí, tenemos gustos similares. Eso es agradable. En otras no, pero bueno, tampoco se puede ser dos gotas de agua.
Pero lo que más rescato de la gente es que sean pensantes. Eso me cae muy bien. Y anónima lo es. Además, me gusta su escala de valores. Es una mujer que valora el amor, la amistad y tiene los pies sobre la tierra en lo que respecta a la vida, la muerte y la locura. Gente así vale la pena tratar.
Como si todo esto fuera poco, me llevó un regalo. Me sentí bastante mal y culpable porque yo no le llevé nada. La próxima vez será sin falta. Me encantó porque me llevó lo inconseguible, lo que tanto tiempo busqué y no logré hallar en ninguna librería. Lo que hizo que se agolparan en mi mente, en un segundo, todos los recuerdos de mi love español. Y lo tenía ella allí sobre la mesa, para mí.

Voilà!



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lunes, abril 23, 2007

23 de Abril - Día de San Jorge

Esta imagen de San Jorge de Gaudi (en León) pertenece a Dujarandille


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domingo, abril 22, 2007

Llueve y llueve


Esta imagen pertenece a: Gulliver


Llueve y llueve sin tregua sobre la ciudad.
Es agobiante. Aburridor.
Todo el sábado adentro. Sin asomar la nariz a la calle. Demasiado gris.
Tanta lluvia no me gusta. Y, como si fuera poco, el día tan oscuro se vistió de frío desde la tierra hasta el cielo.
Estuve a punto de viajar a Montevideo este fin de semana. No tenía ganas de ir. Lo sentía como un viaje forzado. Nunca me alegré tanto como hoy de haber dicho NO, de haberme quedado en mi lugar.
En este día de encierro, inevitablemente, pienso.
Me siento contenta porque ya voy por el día 9 del stop. Y eso es positivo, muy positivo.
Al tiempo que conversaba con alguien esta tarde, pensaba que tengo que conseguir otro trabajo en el que se valore lo que hago, en el que alguien vea mi esfuerzo, por lo menos, un trabajo que me reditúe más, un trabajo en el cual pueda sentirme más cómoda y feliz. Cada noche me cuesta más conciliar el sueño y cada mañana me cuesta más levantarme, vestirme y salir de casa para ir a la oficina. Es como un peso el hecho de tener la obligación de pisar cada día un lugar en el cual -si bien el trabajo me gusta- algunas personas que me rodean no me hacen sentir bien. Sé que no es nada fácil cambiar de trabajo en este país. Eso lo entiendo perfectamente. Y que tengo que estar agradecida por el simple hecho de tener trabajo y por trabajar en lo que me gusta, sí, lo comprendo. Pero supongo que tampoco será imposible pretender algo mejor. Mucho empeño por mi parte y algo de suerte, también. Pero, hoy terminé de confirmar que la necesidad de cambio se hace imperiosa.
También pensaba en lo que significa el hecho de llevar un blog para muchas personas. Lo pensaba mientras leía que existen dos vidas. En mi caso es así: 1) mi vida en la blogósfera en la cual puedo ser yo sin temores y expresar lo que siento, pienso, me sucede, tener buen feedback con otros internautas, interactuar con ellos. Ser yo misma y, en muchas ocasiones, comentar cosas de mi vida privada o de personas que me rodean sin que eso implique ir derecho a la hoguera ya que la gente que me rodea no pertenece al mundo de mi blog. 2) mi vida real con trabajo, familia y conocidos que saben cómo soy y me conocen pero, por supuesto, ignoran que tengo un blog y, por suerte, no me leen.
Me gusta mi vida real. Pero me gusta mucho esta privacidad que da el anonimato. La lluvia no.
Tengo los pies congelados. La lluvia sigue.

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domingo, abril 15, 2007

Historia de un taxista (en 4 minutos)

El jueves a la mañana salí tarde de casa. Seis minutos antes del horario en el que tenía que estar en la oficina.
Mi otro yo me decía: ¡No podés llegar tardeeeee!
¿Qué hago? Paro un taxi en la esquina de la avenida y listo - le dije yo, mientras caminábamos (mi otro yo y yo) rumbo a la avenida. Pero, al llegar a la bendita esquina, ví que una pareja estaba esperando lo mismo que yo: un bendito taxi.
Aparece uno. La pareja - tal como lo imaginé - se avalanza sobre el auto. Pero, antes de abrir la puerta para subir, se arrepienten y retroceden.
Miro el auto. Precioso, brillante, impecable. Parecía una 4 x 4 de grande. Miro al chófer. Raro, rarísimo. ¡Con razón no se subieron estos!, pienso. Miro a la pareja. Ellos me miran. Parecían decirme con los ojos: ¡Cuidado: no subas! Vuelvo a mirar al chófer: muy extraño. Ganas de subir no daba su presencia. Altísimo y larguirucho, aspecto hippie, agachado con su cabellera casi toda volcada sobre el volante, su cabello negro y ondeado largo hasta la cintura. Con anteojitos, estilo John Lennon, leía el diario como si aquellas letras impresas fueran todo lo que le importaba en este mundo. No era un simple taxista a la pesca de un pasajero. Ni me vio ni vio a la pareja. Miré las agujas del reloj. El tiempo no perdona. Pensé que llegaría tarde si no lo tomaba así que presté atención al número de la patente que llevaba grabada en el vidrio de atrás. Subí. En silencio, seguí repitiendo el número varias veces hasta memorizarlo. Si me pasa algo - pensé - si me mata, si me asalta, si... me voy a acordar del número de patente. Arrancamos. Ví que el hombre estaba fumando. Pero, hasta su manera de fumar y de sostener el cigarrillo entre los dedos era diferente. Le voy a hablar de algo, pensé, para ver si está dormido o despierto porque, con tanto pelo, apenas si se le veían los ojos. Le pregunté por el tiempo, si iba a llover o no. Me contestó que no sabía porque venía, desde el centro, entretenido conversando con unos pasajeros sobre temas muy profundos y que no escuchó nada de radio. Me alegré. Por lo menos, estaba despierto. Pero noté que su acento no era argentino. Seguimos viaje. Intercambiamos un par de palabras más y, todos sus movimientos seguían siendo poco convencionales. No era un taxista del montón. Además, manejaba con toda la parsimonia del mundo, como si los minutos no corrieran en las agujas del reloj inexistente en su muñeca. Y yo ¡super apuradísima! que a ese paso ¡no llegaba! En determinado momento, a cuatro cuadras de donde yo iba, detuvo el auto en seco y a mí casi me paralizó el corazón. Sólo atiné a decirle: Pero, mire que yo sigo ¿eh?.
Sí, sí, pero nos vamos a parar un momento porque tengo la puerta de atrás mal cerrada y la voy a cerrar bien.
Me avisó "no se quién"
-respondió. No entendí porque hablaba bajito y pausado. Era el monumento a la serenidad. ¡Y mis nervios a flor de piel! Acomodó su puerta sin prisas, la volvió a cerrar, volvió a subir al auto y arrancó.

Me atreví. No me podía quedar con la intriga. Junté valor y:

Yo (tratando de que mi voz sonara despreocupada): ¿De dónde sos? Porque argentino no sos. Lo digo por el acento... ¿Sos portugués?

El: ¿Eh? ¿Portugués yo? No.

Yo (sintiéndome una idiota): Ah... por la tonada se me ocurrió Portugal. ¿Sos brasilero?

El: No.

Yo: Bueno... no tiene importancia.

Silencio interminable.

El: Naci en Egipto. Pero, todavía no conozco.

Yo: ¿En Egiptoooo?

El: Sí. Cerca del Nilo.

Yo: ¿Y no lo conocés?

El: Todavía. Pienso ir a vivir allá uno de estos días.

Yo: ¿Cómo uno de estos días?

El: Sí. Cuando me parezca bien, saco pasaje y me voy.

Yo: Te entiendo; yo no conozco. Jamás estuve pero los que conocen dice que Egipto es una belleza. Me imagino que sí. Si un día tuviera mucho dinero, es un país que encantaría conocer. Debe tener una historia impresionante. El Nilo, las pirámides... sí, me gustaría verlas.



Detuvo el auto porque llegamos a destino. Apagó el reloj del taxi y le pagué, mientras abrí la puerta para bajar y seguimos hablando.

El: Es cierto. Yo viví la mayor parte del tiempo en Israel. Después otro tiempo en Nueva York. Estuve en algunos otros países por temporadas. Ahora estoy aquí.

Yo: Y si viviste en Israel tanto tiempo y en Estados Unidos. ¿Qué hacés viviendo acá?

El: Me intención es recorrer el mundo. Conocer todos los países que pueda.No tengo compromisos con nadie en ningún país. No tengo apuros. Eso me permite ser libre. Estoy un tiempo hasta que me dan ganas de conocer un lugar nuevo.

Yo: ¡Qué lindo! Y hacés diferentes trabajos, vas cambiando de tareas, no te aburrís con la rutina...

El: ¡Ah, sí! Soy libre. Además, ¿sabes? yo pienso que el día que muera no voy a llevar nada conmigo. Sólo me iré con lo que conocí, con lo que viví. Por eso quise recorrer el mundo. No conozco Egipto. Por eso me voy a ir a vivir allá, para conocer el lugar dónde nací.

Me dio las monedas del vuelto. Sacó de la guantera una tarjeta de estas de los radiotaxis y me la entregó.

El: Toma. Puedes llamar a la flota cuando necesites un viaje. Si le dices que te la dio el egipcio ya se van a dar cuenta porque soy el único.

Yo: Bueno ¡gracias y suerte!

El: Te llamas Rosa Roja ¿no?

Yo: ¿Quéeeeeee? (Me quedé helada porque acertó mi nombre) ¿Y eso cómo lo sabéeees? No tengo ningún cartel.

El: Pero te llamas así.

Yo: Sí... sí... Estoy asombrada.

El: ¡Ah! Haces bien en llevar el anillo de Atlante en tu dedo índice. Te va a ayudar con tus problemas intestinales y de columna.



Llevo un anillo de Atlante en el dedo índice de mi mano derecha. Pero el anillo no dice mi nombre ni ningún otro nombre, no tiene ninguna inscripción ni relata mis dolencias.

Yo: Gracias.

El: Si alguna vez llamas a la flota, quizás tienes más tiempo y podamos conversar con mayor profundidad.

Yo: Sí, quien sabe, las vueltas de la vida, nos volvemos a encontrar. ¡Adiós!

El: Que el día de hoy te llene de luz.

Me bajé. Llegué a la oficina un minuto tarde pero valió la pena.

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sábado, abril 14, 2007

Sueños

Alguien me preguntó si yo tenía un "love español". Me fui a dormir y me olvidé de la pregunta por completo. Pero sí, alguna vez tuve un "love" en España. Ese fue EL LOVE porque fue el más importante para mí o, al menos, por la persona que más amor logré sentir en toda la vida. Me desperté como a las 4 de la madrugada y, al despertar, recordaba el sueño. Extraño en mí que no soy de recordar sueños. Soñé que mi amor español volvía a Argentina. Ya viajó antes dos veces. Y como quien cuenta ovejitas -mientras me sentía una imbécil -me puse a contar, mes por mes, el tiempo que transcurrió desde que se fue, después de su última visita. Dos años y casi seis meses, va a hacer a fin de mes. Ya no pude dormir más y me levanté, directamente, para ir a trabajar. Como si Cartagena estuviera a la vuelta de la esquina.
Suerte que el jueves a la noche descubrí que en TVE han vuelto a pasar mi serie favorita: Cuéntame cómo pasó.

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jueves, abril 12, 2007

Día 1

Hoy fue mi primer día de STOP y me siento de maravillas.
Creo que me servirá bastante llevar un registro de los días en los que voy cumpliendo la promesa que me hice.

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lunes, abril 09, 2007

Se terminó

Ya no quiero más esto para mí. Hay que tener la sabiduría necesaria para decir basta. Hay que tomar las riendas y no dejarse llevar. Estúpidamente. Penosamente. Algunas veces me preguntaron: “¿Y por qué lo hacés?” Y yo no encontraba la respuesta y tampoco la tengo hoy. Sólo se que es suficiente de dañarme y de hacer daño (sin querer) a los demás. Hay que darse cuenta.
Hoy digo: STOP


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domingo, abril 08, 2007

Cambio de look

A las 11 hs. me encontré con Sergio – recién llegado de Madrid – para tomar un café. Conversó durante dos horas sin pausa. Que él, que su novia, que el trabajo de ella, que la familia, que el trabajo de él, que sus viajes, que “el Diego”, que el departamento y que la novia otras cien veces. Lo escuché sin meter bocadillo, casi.
Después de almorzar me senté a tomar algo en
el café nuevo. Sola. Un pensamiento me condujo a otro y a otro y a otro y terminamos hablando mi yo interior y yo. Sentí el bajón profundo. Mi yo interior me estaba preguntando si sería yo capaz de tener un sentimiento verdadero por alguien. Yo le decía que las cosas no son sencillas. Que, a veces, me da la sensación de estar como anestesiada, que me parece que ya estoy incapacitada para dar amor, que es como si no sintiera nada especial por ninguna persona, que los años pasan y una va agarrando mañas que son complejas de compatibilizar. Mi yo interior me dijo que algo extraño me debe estar sucediendo porque no sentir nada por algún ser humano no es muy común. Sentí que el bajón aumentaba.
Entonces, recordé que a la mañana había leído algo acerca del
“flequillo angustiado”. Me puse a pensar en el tiempo que hace que no voy a hacerme nada en el cabello. Mi yo interior sentenció: ¡Dale, andá! Yo le decía que mejor lo dejábamos para mañana pero, mi otro yo respondió: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. ¡Andá! Vas a ver que todo sale bien y te vas a sentir mucho mejor. Te va a levantar el ánimo. Te vas a ver mucho mejor”. Que sí, que no, debatimos mutuamente y me convenció. Me levanté de la mesa y partí rauda hacia la pelu. Mi coiffeur catalán me preguntó qué corte quería o tenía pensado. No había pensado nada. Le dije que me ponía en sus manos maestras, que confío en él, que lo que él me hiciera seguro que iba a estar bien.
Mientras trabajaba en mi cabeza, con su marcado acento español que tanto tanto me gusta, me decía que mi cabello ya no volverá a ser el mismo que fue porque la aparición de las canas lo va endureciendo. Le conté que se me está cayendo bastante y que a este paso terminaré pelada. El dijo que eso sucede por stress y que no me preocupe, que cuando me serene renacerá.
Conversamos bastante. Salí contenta del salón. Ahora con flequillo, con el largo que desapareció entre el filo de las tijeras y con este corto cuadrado que parece que me sienta bien porque enmarca mejor y permite que se me vea más el rostro. Me siento una persona nueva.

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viernes, abril 06, 2007

Balance de este primer trimestre 2007

1.- Ratio Laboral: 50% estoy conforme: a) por el hecho de tener un trabajo (que acá no es tan sencillo y ya una puede considerarse afortunada por el simple hecho de estar trabajando), b) por trabajar en algo que me gusta. 50% estoy desconforme y siento el dolor por la injusticia: a) porque mi sueldo no es lo que debería ser. b) porque el trato humano que brindan en la empresa es casi nulo, el carácter cambiante de mi jefe y sus malos humores no son de mi agrado y porque no existe el reconocimiento que debería existir en cuanto al esfuerzo y desempeño laboral. c) porque noto que, cuando me levanto cada día, no me dan las ganas necesarias para ir a la oficina. d) porque tengo todo el día ocupado y muy poco tiempo libre para mí.

2.- Ratio Personal: 75% me siento bien conmigo y eso me parece fundamental: sentirse bien con una misma, aceptarse con virtudes y defectos. También estoy aprendiendo a conocerme interior y espiritualmente cada día más y eso me hace sentir cada día un poco mejor: el autoconocimiento. He aprendido a discernir todas aquellas relaciones que me hacen bien de aquellas otras que son nocivas y ese ha sido un paso importante para avanzar. 25% me siento mal porque mis amistades se han ido diluyendo en el tiempo y, hoy por hoy, no existen. Me gustaría mucho que esto no fuera así porque todos necesitamos a alguien con quien tener un vínculo abierto y honesto. Esto acentúa el peso de la soledad. La interacción con los bloguers me ayuda a sentirme mejor y a levantar el ánimo. Los blogueros/as me hacen sentir muy bien. Considero que he tenido suerte ya que he dado con personas muy interesantes en la blogósfera.

3.- Ratio Amoroso: 0% ya que, actualmente, no hay nadie en mi vida. La persona que me interesó algún día, verdaderamente, está del otro lado del océano y ya ni siquiera debe acordarse de mi existencia. Sólo he conocido a una persona que podría llegar a ser interesante pero… ni siquiera lo sabe. Y habría que conocerse mejor, cosa que veo poco probable.

4.- Ratio Familiar: 80% me siento bien porque tengo excelente relación con mi familia más próxima. 20% no tan bien ya que me gustaría tener vínculos más estrechos con el resto de los familiares. En algunos casos por cuestiones de distancias y lejanías y, en otros casos, por falta de interés por mucha cercanía que exista.

5.- Combined Ratio:

Resultados favorables: 51.25 %
Resultados desfavorables: 23.75%

(idea original de este post tomado de uno escrito por Blueyes y escrito con su permiso)

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domingo, abril 01, 2007

Abriendo la Biblia

Hace un tiempo, un antiguo conocido me dijo que en los momentos en los cuales no supiera qué hacer o qué ruta tomar o me sintiera perdida, o me preguntara el por qué de la adversidad, tomase la Biblia entre mis manos y -sin mirar - la abriese en cualquier página. Que donde se abriese y donde mi dedo índice señalara, allí leyera. Eso he hecho hoy.

Baruc, Carta de Jeremías, versículo 50

Porque siendo, como son, cosa de madera, dorados y plateados, conocerán finalmente todas las naciones y reyes que son un engaño; reconocerán que no son dioses, sino obra de las manos de los hombres, y que nada hacen en prueba de que son dioses.

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De la alteración a la serenidad

Semana de difíciles episodios laborales que me sobrepasaron. El miércoles a la tarde tuve que escuchar un monólogo de mi jefe que me hizo demasiado mal. Si bien puedo darme cuenta de que el hombre está desequilibrado, eso no quita que me haya afectado. Pasé toda esa noche nerviosa y en vela, no dormí nada. El jueves a la mañana temprano el tipo se fue a Europa por unos días así que me quedé en ascuas. Aunque si no se hubiera ido, tal vez hubiese sido peor. Así, al menos, me dio unos días de respiro para tranquilizarme y asimilar el mal trago. El jueves pasé la siguiente noche sin dormir también pero, esta vez, tomé la madrugada de insomnio como algo productivo y, en lugar de sentirme nerviosa, hice todo lo posible por relajar cuerpo, mente y espíritu y casi lo logré por completo. Es decir: me mantuve despierta, sí, pero relajada y pensando en frío para obtener mayor serenidad y alejar un poco las preocupaciones.
Por otra parte, me sirvió bastante poder hablar con
Atanasio. Tomé un café con él y fue a la única persona a la que le conté el problema laboral. Me dio un par de ideas sabias y obtuve un punto de vista de alguien que podía ver los acontecimientos de manera objetiva, no como yo que soy la involucrada.
Esos días no fui al
café nuevo porque no me sentía en condiciones de estar en él, ni de hablar con Leonor de bueyes perdidos y tampoco quería contarle a nadie mis problemas así que me mantuve al margen. El hombre del fernet con coca-cola -que me vio de pasada- me preguntó qué tenía y le dije que me sentía mal. Nada más. Hablamos, brevemente, de las relaciones cotidianas de las personas que estamos acostumbradas a encontrarnos todos los días a la misma hora en el mismo lugar, de la inquietud que produce el hecho de notar que un día alguno de nosotros falta, el darse cuenta que el otro no está bien o que pudo haberle pasado algo, en fin... Apenas eso.
Ayer viernes, a la noche, tenía que encontrarme con una vieja conocida llamada A. Hacía cerca de dos años que no nos veíamos, por más que estamos en contacto, prácticamente, diario. Ya habíamos quedado en reunirnos ayer y cumplí con la cita después que terminó la maldita lluvia torrencial. Ella no vive cerca y tuvo que hacer un viaje bastante largo para venir a encontrarse conmigo. Me pareció bastante injusto decirle que lo cancelábamos. A. está casada, tiene tres hijos y mucha familia pero tiene sordera desde la infancia. Estaba muy animada para encontrarse conmigo, para mostrarme su nuevo aparatito (no se el nombre técnico) con el cual oye mil veces mejor que hace dos años atrás, la última vez que la vi. Ella ignora estos problemas laborales que se me presentaron y mi estado de ánimo. Tampoco le dije nada porque era más importante escucharla a ella con esta nueva alegría de tener mejor audición.
Nos encontramos en el café nuevo. Estábamos sentadas allí tomando y cenando algo cuando llegó Leonor. Después de varios días sin verme, se acercó a mi mesa para saludarme. Intercambiamos un par de palabras y la invité a sentarse con A. y conmigo porque no había ningún secreto o nada que ella no pudiera escuchar. Sólo nos juntamos para hablar del tema auditivo. Muy prudente L no aceptó y se sentó sola en otra mesa. Le presté una revista para que se entretuviera mientras yo conversaba con A. Se fue antes que nosotras y regresó a mi mesa para decir que se iba, devolverme la revista que le regalé a A. y saludar. Intercambió unas palabras con A. (le expliqué que era sorda pero se entendieron) y antes de que se fuera le pregunté si pensaba regresar alguno de estos días del fin de semana largo. Me respondió con evasivas, que no, que no sabía, que no creía... Partió. Seguí sentada conversando con A. y, después que salimos de allí, nos fuimos a un segundo café hasta que nos separamos cuando eran cerca de las dos de la madrugada.
Todo este cambio de hábitos me hizo "olvidar" de mi problema. Fue como respirar aires nuevos. Un encuentro con una persona que hacía tanto tiempo que no veía y para conversar de temas que están tan alejados de mi preocupación me hizo muy bien. Me hizo bien ver bien a A. y creo que ella anoche, aún ignorándolo, me contagió mucho del entusiasmo que traía.
Esta tarde regresé al café nuevo y L. estaba sentada allí. Conversamos poquitos minutos porque ella se estaba yendo. Preguntó por "la amiga sorda". Suerte que no preguntó por mí.

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domingo, marzo 25, 2007

Soledad

(esta foto es propiedad de MaPeV)


Comprender que estoy sola. Saber que, excepto mi familia más próxima (ellos sí), no hay nadie. Absolutamente nadie. Pero, comprenderlo de verdad.
Darse cuenta.
Saber que hasta las amistades se han desvanecido con el tiempo y que, hoy por hoy, no queda nadie.
Reconocer esto, desde las entrañas del corazón, es:

  • conocerme mejor íntimamente
  • saber dónde estoy plantada
  • ir hasta la esencia de las cosas
  • descubrir el motivo de la mayoría de mis actos
  • y el por qué de los sentimientos que me invaden.


(escuchando "Bambino nel tempo" y"L'Equilibrista", Calma Apparente, Eros Ramazzotti)

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miércoles, marzo 21, 2007

Me animé y se lo dije porque...

Es que suelo frecuentar el café nuevo del que hablaba antes. Y esta mujer, Leonor (así me dijo que se llama) va casi todas las tardecitas/noches y se sienta a mi mesa y no pregunta si puede, si estoy de acuerdo, se sienta sin más, y lo da por hecho y cena conmigo y habla de cosas intrascendentes y no tanto pero... Yo intento que el hombre del fernet con Cola intervenga, que converse con nosotras, que intercambiemos diálogo pero a ella no parece importarle demasiado, es más: parece que estuviera deseando que él nos deje a solas. Y hoy se fue al quiosco y compró cigarrillos para las dos y, además, me regaló un alfajor Guaymallén y.... y me pareció deshonesto no decirle. No decirle. Le pregunté si tenía pareja; ya se lo había preguntado antes y su respuesta es "¿y eso qué es?". El sábado a la tarde, hablando de bueyes perdidos, me contaba que lava ropa en el hotel en el cual trabaja, que acomoda las habitaciones, etc. Hoy le pregunté por unas ojotas que llevaba puestas, me dijo que se las olvidó una clienta y que justo eran su número. El sábado durante el café compartido y su comentario de trabajo y de arreglo de habitaciones, mientras hablaba, mencionó que le gustaba arreglar habitaciones y poner esto y aquello y lo otro, y en lo otro incluyó "preservativos". Intuí que trabaja en un albergue transitorio y también adiviné en cual. No es tan difícil darse cuenta en mi barrio. Esta noche, me armé de valor y le dije que si alguna vez me ve entrar (casi nunca, hace más de un año)... ¡No te conozco, nunca nos vimos! - respondió ella. Pero, me atreví. La primera vez que me atrevo con una desconocida y se lo dije: que la última vez que entré allí, allá lejos y hace tiempo, fue acompañada por otra mujer. No se qué pudo pensar. Dijo que a ella no le importa, que está acostumbrada a ver de todo. Pero, en mi caso, fue la primera vez que dije las cosas de frente. Tampoco se muy bien por qué lo hice. Por qué se lo conté. Sentí que me sacaba un peso de encima. Tal vez el vaso de cerveza cooperó.

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sábado, marzo 17, 2007

En el nuevo café

Buscando otros rumbos para sentarme en mesitas sección "fumadores", estuve inspeccionando nuevos cafés. Encontré uno en el que, si bien está prohibido fumar adentro, sí se puede fumar en las mesas de afuera, mesitas con sombrillas en las que no discriminan a nadie por tener un cigarrillo encendido. Hasta el mozo sale a fumar.
Comencé a ir porque me gustó el ambiente. Me sentí cómoda. Como suelo ir siempre a la misma hora, la gente que está allí sentada alrededor, en general, es la misma. No hay demasiada variedad de rostros. Eso me hace sentir algo más segura ¿?.
No se cómo fue que un día comencé a conversar con un hombre. Un hombre mayor, algo desdentado, que siempre toma un vaso de fernet (puajj!) con Coca-Cola. Se sienta en una mesa frente a la mía. Solemos hablar de mesa a mesa, intercambiamos algunas palabras, no tantas, no tan pocas. Pero, también apareció una mujer que un día se sentó a mi mesa y, vaya a saber por qué extraña razón, después continuó sentándose. Ella va a almorzar, a cenar o a tomar café. Llega y si estoy se sienta conmigo. Me dijo que se llama
Leonor y que es mucama de hotel. No tengo idea si será verdad o no pero debe serlo porque la mayoría de la gente que pasa la saluda, la deben conocer de la zona. Hablamos de enfermedades, de operaciones, de días de descanso, de su hijo, de su nieto, su trabajo, el gimnasio, las comidas sanas, en fin... temas sin importancia.
El martes pasado estuve en ese café. Ella no estaba. Estuve hablando con el hombre "del fernet con cola" un rato largo y me fui. Después no volví más hasta ayer viernes porque estuve con un ataque de cervicalgia aguda que no me permitió ningún paseo. Gracias que no falté a trabajar y, después, del trabajo a casa y viceversa y en el tiempo libre a reposar los huesos.
Regresé ayer a la noche al café. El hombre, en cuanto me vio, se acercó a mi mesa preocupado para averiguar qué me había pasado todos esos días. Le expliqué, le conté lo de la cervicalgia, el dolor, el resposo. Me dijo que tanto él como la señora estaban muy preocupados por mi ausencia, que él le preguntó a ella, que ella le preguntó a él y que estaban ambos muy intranquilos porque no sabían nada de mí. Un rato más tarde llegó ella que fue a cenar. Obviamente y sin consultar, se sentó en mi mesa. Como dado por hecho. Se alegró de verme y me contó lo mismo que me contó él: que estaban los dos muy preocupados por los días que falté. Que se preguntaron mutuamente por mí porque: "Los que sabemos que estamos solos, es normal que nos preocupemos". - concluyó.

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domingo, marzo 11, 2007

La necesidad de respirar arte

Ayer regresó mi necesidad de escribir. Siento internamente: la necesidad de acomodar letras para armar algo. Hay épocas en las que la gran ciudad devora mis días con sus exigencias y esas ganas de hacer se adormecen pero, afortunadamente, llega el día en el cual esa necesidad estalla a gritos como una explosión interior.
Si me pongo a pensar en el día a día, no encuentro ni un minuto para perder. Si lo pienso desde el alma ese perder se transforma en ganar. Hacía mucho que no reflexionaba sobre el tema porque las actividades cotidianas me superan. Que el trabajo, que las relaciones laborales, que la lucha por lo que me corresponde, que la falta de tiempo crónica, que las pocas horas libres fuera de la oficina, que correr para renovar el pasaporte para poder viajar a USA y no llegar con los tiempos porque me lo entregaron tarde y perder el viaje (aunque estoy más contenta de haberme quedado acá), que, que y que.... hasta el infinito.
El sábado pasado vi la peli Mar Adentro y me encantó. Triste pero hermosa. Ahora estoy detrás del libro Cartas desde el infierno. Y pensé que si un hombre que no se puede mover y que nada le interesa en la vida (el protagonista) pudo escribir tanto como escribió significa que el arte tiene un sentido.
Pero el jueves, conversando con un compañero de oficina, hablábamos de pintura y dibujo ya que él se dedica a hacer retratos a lápiz en sus momentos libres. Porque me despeja el cerebro - decía él - cuando dibujo vuelo y no me acuerdo de nada. ¡Qué lindo sería poder vivir del arte! Y sentí que tenía razón, que no había que descuidar la veta artística. Ayer sábado a la tarde fui a ver su muestra, la suya y la de algunos otros más porque era una muestra colectiva. Y volví a sentir que tenía razón. Al salir de la muestra, comencé a caminar en medio del gentío, rodeada de artesanos y me asaltaron las ganas de sentarme frente a
la hoja en blanco.

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viernes, febrero 16, 2007

La vuelta por Belgrano

Hacía tres días que tenía que haber ido por Belgrano. Mi médico está de viaje y dejó un reemplazante y yo ¡sin mis Sanax de cada noche! Llamé por teléfono al reemplazante este miércoles pasado y me dijo que fuese esa misma tarde a buscar una receta. No fui. Ayer tampoco. Hoy, al salir de trabajar, fui directamente; si me pongo a dar vueltas o a caminar o pensar qué hago o qué no hago no voy.
Fui al consultorio y el doc no estaba así es que no conseguí la receta que fui a buscar. Volveré el lunes. Pero, ya lo había tomado como un paseo, una vuelta al barrio de Belgrano que hacía tanto tiempo que no recorría. Y caminé por sus calles laterales (las que cruzan Cabildo, digo), también por la avenida, miré vidrieras y di vueltas sin apuro... hasta que llegué a la conocida esquina, aquella que hace tiempo no frecuentaba. Y doblé por una de las paralelas a Cabildo, en dirección a "la parrillita". La parrillita es un sucucho feo, chiquito, de esos lugares donde se come en el mostrador, sin mesas, no es un lugar que llame la atención -al verlo desde afuera - para entrar. Sin embargo, en ese lugar pasé días excelentes. Noches excelentes, mejor dicho, cuando íbamos varios a cenar todas las noches. Era lindo, agradable, me trajo tantos recuerdos... No volví más por allí. Hasta hoy. Y pasé por aquella calle, caminando lentamente, buscando ese lugar semi escondido a las luces de Belgrano. Había tres hombres sentados en la puerta y me detuve a mirar pero no estaba segura y seguí. Ni bien avancé unos pasos, uno de los hombres - el dueño- me gritó: "¡Tengo cerrado por vacaciones!". Me di vuelta y lo reconocí. Me reconoció. Nos saludamos. Tenía su negocio cerrado, lo está pintando. Le pregunté: "¿pero no me dice que está cerrado por vacaciones?" Me mira y me sonríe: "Y bueno, ¡no me ve! - me dice relajándose en su silla plástica - ¡esto para mí son vacaciones!". Conversamos un rato. Me recordaba perfectamente. ¡En cuanto la vi pararse la reconocí! - dijo. Recordaba a las personas que me acompañaban cada noche. Hablamos de ellos, recordamos levemente aquellas épocas. Casi cuatro años atrás. Nos miramos a los ojos. Sus ojos me preguntaban aquello que no preguntaban sus palabras. Mis ojos también. Me invitó a volver. Abre en marzo. Tal vez alguna noche vuelva. Seguramente, no. Pero, me hizo bien pasar por allí.
Recorrer aquellas calles, aquel barrio, aquel negocio "la parrillita" donde hacían "la carne más tierna de la ciudad".
(Además, no hubiera podido comer carne. Se me caen las lágrimas por el dolor del diente que aún está sin arreglar. Que alguien me explique por qué lo dolores de dientes o muelas atacan de noche).
Tomé el subte, en aquella estación, después de tanto tiempo y regresé a casa.
Esta noche miraré: "En busca del destino".

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sábado, febrero 10, 2007

Sábado de películas y cansancio acumulado.

Foto propiedad de El Cuarto Oscuro

Así me sentí ayer viernes a la noche. Exactamente, así me visualicé. Desnuda en cuerpo y alma, agotada de cansancio. Esta mañana y en el transcurso del día, mucho sueño atrasado, dolores musculares, profundas ganas de dormir, de no hacer nada.
Me tomé el día para mí. Me dediqué a bajar películas, muchas, que guardaré para ir mirando en la medida que vaya pudiendo. Algunas de Almodóvar: Todo sobre mi madre, Laberinto de pasiones, La flor de mi secreto, Carne Trémula, Mujeres al borde de un ataque de nervios. Otras geniales como Babel, Mar Adentro, El Ilusionista y otras como En busca del destino, La huella del silencio, Siddhartha, El diablo viste de moda (que en realidad se llama El diablo viste de Prada), El Código Da Vinci (hmmm, tengo mis dudas), 21 gramos y varias partes de la serie The L-Word. Creo que estoy, medianamente, provista de películas por unos días.
A la tardecita, cuando bajó el sol, comenzó a correr un poco de viento así que salí a la calle y conversé con algunos vecinos que conozco desde siempre. Pasé un par de horas entretenidas, conversando con ellos. Hacía bastante tiempo que no lo hacía y me sentí bien. Bien de estar en casa, en mi barrio, con la gente conocida.
Trabajo, sí. Me traje trabajo a casa también. De a poco, me estoy readaptando a la vida cotidiana.
El jueves tuve larga conversación con mi jefe para armar las notas que me pidió que arme. Le dije:

- Ok, perfecto, yo las hago en casa. Ahora, expliqueme bien qué es lo que quiere hacer.

Me respondió:

- Yo nunca se lo que quiero hacer. Voy haciendo y veo cómo va saliendo, si me gusta o no, sobre la marcha. Nunca se lo que quiero.

Con estas instrucciones, no demasiado precisas, me traje el trabajo para hacer a casa. Algo va a salir entre la imaginación y la creatividad, que es lo que pongo en la tarea. Pero, quedará para mañana. En este momento, mi cuerpo grita que está dolorido (dolores musculares) así que a tomar agua fría, fumar un cigarrillo tranquilamente y reposar en la quietud de esta madrugada fresca de verano.

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domingo, febrero 04, 2007

El bajón

No quiero. Madrugar mañana para volver a trabajar. No quiero abandonar estos días para retomar la rutina. Fea sensación interior. Me caí de repente.

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Último día de vacaciones y temporal cordobés

Otra vez en casa sana y salva. Disfrutando del placer de no hacer nada del último día de vacaciones y descansando del viaje serrano.
Y efectivamente, Córdoba me esperó
con sus lluvias torrenciales y sus mismas prohibiciones de fumar.
En el viaje de ida, me tocó una compañera de asiento muy especial. Cordobesa y poco favorecida por la naturaleza pero hiper conversadora así que no me quedó más opción que escuchar el relato de su vida completa hasta que se durmió. Y garantizo que la señora hizo lo posible y lo imposible para enterarse de la historia de mi vida a su vez, aunque admito que no tuvo éxito. Lo dramático del caso es que cuando se durmió no se le ocurrió mejor idea que clavar con todas las fuerzas su codo en mis costillas. ¡Ay Señor! Después, afortunadamente, cambió de posición y ya directamente clavó su codo en mi hombro. La señora ni enterada de la situación. Eso sí, muy atenta a todos los detalles dispuso cómo sería nuestra llegada, a qué hora tomaríamos el café de la mañana al llegar y en qué banco nos sentaríamos a fumar el primer cigarrillo al bajar del ómnibus. Trabajadora de Defensa Civil se preocupaba por el bienestar del prójimo. Me dejó su número telefónico porque estaba segurísima de que yo lo iba a necesitar ¿?
Finalmente, llego a destino y me encuentro con la mayoría de los negocios de la zona, que no son demasiados, cerrados por vacaciones. En fin... a luchar para encontrar otros.
Todas las mañanas me despertaba al alba gracias al kikiriquikiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii de los gallos y al vecino de la casa de al lado. Parece ser un señor muy pulcro, limpio y ordenado así que se levanta entre las 3:30 y las 4 a.m. para baldear, lavar el frente de su casa y cortar la ligustrina mientras pone cumbias a todo volumen. ¡Tranquila la zona!
Tomaba mate (sin peperina porque no encontré) rodeada por el perro, las cinco gatas, los pollos, gallos, gallinas, colibríes, moscas y avispas. Al aire libre, birome y papel en mano y escribía. Por suerte, sí pude dedicar mis días a la escritura. A pesar de que del otro lado del terreno, un carpintero serruchaba madera de sol a sol. Esto de sol a sol es metafórico porque mejor ni hablar de las lluvias. Menos mal que lo bueno que tiene Córdoba es que llueve cinco minutos y sale el sol. Despeja rápido y eso ayuda.
Me atacó una contractura cervical fuertísima así que, para contribuir con el Diclofenac a que se me pasara, decidí lanzarme a caminar como 50.000 cuadras hasta llegar a Villa Allende. ¡Ahí sí que lo pasé hermoso! Un día espectacular, un paseo espectacular, una noche espectacular: fresca e iluminada por la brillante luna llena. Todo paz. Es linda ciudad Villa Allende, cada vez que voy me gusta más. Por el camino, tanto de ida como de vuelta, me fui cruzando con varios vecinos de los alrededores que ya me conocen así que me detuve a conversar con cada uno de ellos y enseguida me puse al tanto de las novedades barriales. Además, conseguí los quesos de cabra que buscaba para traer.
Pero, un acontecimiento digno de mencionar fue el cafecito compartido con
La Mitómana. Mitómana, habiendo hecho un hueco en su falta de tiempo laboral y Rosa Roja con tiempo libre en vacaciones, tomando un café sentadas en una mesita de las de afuera, obviamente, para poder fumar. Lo gracioso fue que al llegar al lugar Rosa Roja, que llevaba una blusita con rosas rojas para poder ser distinguida sin inconvenientes, buscaba a la mitómana que había creado en su imaginación - es decir a la abuelita de la mitómana - entonces, se dirige inmediatamente a una señora bastante mayor sentada sola en una mesa con un bastón a su lado y le pregunta si ella es la ella que ella suponía que era. La señora le dirige una mirada de muy pocos amigos y Rosa Roja se retira, tímidamente, al comprobar que había incursionado en un error. Afortunadamente, en el segundo intento de localización de personas da con la indicada. Y allí sí, pasan un gratísimo momento disfrutando de la paz, del aire libre y del café con cigarrillos. Mitómana y Rosa Roja hablan sin pausa y los mozos del lugar sobreviven al encuentro bloguero, lo cual nos indica que se trataba de hombres benévolos.
Ayer sábado por la mañana, muy lamentablemente, la paz se terminó cuando se desató el temporal en la ciudad y sus alrededores. Lluvia torrencial, rayos fulminantes, un adolescente muerto, celulares quemados, autos y negocios arrasados. Con semejante vendaval parecía que estaba en el fin del mundo. Aterrada y en shock frente a la tempestad desatada (nunca antes ningún temporal me había producido tanto miedo), me aferré a una cama de madera hasta que amainó, desconecté y apagué teléfonos y recé para que ese aluvión se detuviera. Se cortó la luz en la zona, se inundaron las calles pero logré abandonar el lugar y llegar a mi destino sana, salva y rozagante como una rosa roja, aunque pasada por agua y agotada de cansancio. Pero, feliz.

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viernes, enero 26, 2007

Primer día de vacaciones e historias de café

16:30 hs. ¡Comenzaron mis vacaciones! Salí de la oficina y las calles eran un mar. Pero, fui a un café. Me senté en las mesitas de afuera, debajo de una sombrilla ... con una cerveza de por medio - hasta que la lluvia se convirtió en diluvio y tuve que mudarme a las mesas de adentro. - Mire que no se puede fumar adentro - me dice la moza. ¡Como si yo no lo sufriera de memoria!

17: 15 hs. tenía turno con el dentista porque mi diente enfermo ya no da para más pero el diluvio sobre mi cabeza y el agua inundando mi cuerpo me hicieron desistir. Me iré de vacaciones con mi boca dolorida.

18:00 hs.
En el bar del gallego. ¡Cómo se debe! Allí donde está el barrio que me conoce, que los conozco, que nos conocemos todos. Soy casi la única mujer. No tiene mesitas en la calle el gallego. No se puede fumar dentro de su bar, por supuesto. Algún día llegará... ¡No importa cuándo! Allí estaba porque era muy importante que estuviese. Que compartiera mi mesa con Atanasio, preocupado porque su médico le recetó vitaminas Polper B 12 en ampollas y yo explicándole que son muy pero muy buenas. No me creyó porque la caja de ampollas era muy grande y se fue al hospital, a averiguar, a cerciorarse, a sacarse la duda. Seguí sentada en la mesa, dentro del bar, con mi cerveza. La mujer del gallego me contó de Torres, el mecánico muerto el viernes pasado. Todos nos conocemos en ese bar. Ya lo dije otra vez, todos cuasi amigos, nos vemos todos los días, en el bar, nos cruzamos en las calles del barrio todo el tiempo. Seguido conversaba con el mecánico. Le arreglé el celular -cuando me llamó a su mesa y me lo pidió- el jueves pasado, un día antes de su muerte. Que está muerto desde el viernes pasado. Muerto y esperando en la morgue. Esperando como esperan los caballeros. Los hombres sí que son pacientes. Eso hay que reconocerlo. Todos estábamos consternados por su muerte, por la forma en que se produjo, tan de repente, pero más consternados estábamos pensando en la situación del mecánico: solo y frío en la morgue. Sin un perro que le ladre, esperando que pasen los días para que los estudiosos aprovechasen la oportunidad del abandono para estudiar sus vísceras, una vez cerciorados que nadie lo reclamaría. Los vecinos estábamos dispuestos a firmar para la morgue. El gallego quería cremarlo y tirar sus cenizas al mar. Algo mejor que el frío de la nada.
Ayer, la esposa del gallego me contó toda la historia. La esposa del gallego me invitó a un cortado doble, por primera vez, para hablar de los avatares de la muerte de las personas solas. Sentíamos todos los vecinos mucha tristeza. Pero, nada se podía hacer por un hombre que estuvo y estaba más que solo. Aunque muchos estamos solos y eso no es novedad. El, aún muerto, sólo podía esperar.
La mujer del gallego me dio la confortable noticia de que hoy parece que dio señales de vida su ex-mujer. La ex-mujer del mecánico, quiero decir. Del muerto a quien le reparé el teléfono el jueves y el viernes ya no lo necesitaría más. Ahora lo tiene la policía junto a todos sus petates. Parece que apareció la ex para darle una digna sepultura. Me tranquilizó. Pensar en alguien allí tirado... sin nadie que lo reclame no me dejaba para nada conforme.
Hombres solos que la sinrazón devora.
Atanasio sentado en mi mesa. Mirándome con pavura. Pavura por la muerte ajena, por la muerte propia, quizás, que piensa, imagina o teme cercana.

23:30 hs. A punto de irme a dormir. En casa. Córdoba me espera. Parece que con sus lluvias torrenciales y sus mismas prohibiciones de fumar.
Justo lo que necesito. ¡Paz!

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jueves, enero 25, 2007

Off Topic: NEXTEL O NO NEXTEL

Estoy harta de todas las compañías celulares famosas y conocidas (Movistar, Cti y Personal). Todas tienen dificultades: si no es en un aspecto es en otro. No encuentro ninguna que preste un servicio como Dios manda.

Una persona me recomendó Nextel y averigué. El servicio es caro pero si valiera la pena no dudaría en cambiarme, además tiene radio. El otro tema es que no tengo conocidos, amigos ni familiares que tengan Nextel. ¿Alguien lo tiene, lo conoce, lo probó? ¿Es difícil ingresar en el círculo de esa comunidad? ¿Vale la pena el cambio? Acepto sugerencias e ideas.

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miércoles, enero 24, 2007

Buen comienzo

Buen comienzo de año, quiero decir.
Cambio de horario laboral. Horario veraniego. ¡Veremos cuánto dura! Entro más temprano, madrugo mucho sí, pero a la tarde salgo más temprano y el resto del día me rinde muchísimo más. Duermo menos horas que antes pero no importa si el día tiene "más horas libres". Seis traducciones extras, mucho trabajo pero que valió la pena.
Hace dos domingos me senté en un café, pleno mediodía, en las mesitas de afuera, por supuesto, para poder fumar. Estaba allí descansando, la mente en blanco, cigarrillo en mano, con mi pensamiento lejos, inmersa en la nada. En eso, no se por qué miro hacia el interior del café y descubro que, del otro lado del vidrio, del lado de adentro, una señora sentada sola en una mesa me hace señas. No entendía así que presté más atención. Ante mi sorpresa, noto que la señora con sus gestos me estaba invitando a tomar un café con ella. Digo sorpresa porque nunca antes me había sucedido que, en un lugar público, una mujer me invitase a sentarme con ella o a tomar algo. Me tomó desprevenida, me desconcertó, ni se me cruzó la idea así que le dije que no con la cabeza. Nos entendimos entre gestos. Pasaron unos minutos, me miró, la miré, le sonreí suavemente, me sonrió igual. Creo que comprendió. Tomó su café rápidamente y se fue. Al salir pasó por mi lado, por la vereda, junto a mi mesa. "¡Chau! ¡Suerte!", me dijo con otra sonrisa. Le respondí. Partió. Nunca más la vi. Sigo asombrada. Fue la primera vez que me sucedió algo así (en plena calle, digo).
El sábado fui al cine. Disfruté de "Babel". Altamente recomendable. Es un drama pero excelente, a mi modo de ver. Me encantó esa película.
Esta tarde me compré un reproductor Sony de DVD. Todavía no lo conecté pero estoy muy entusiasmada. Veremos si me sirve para ver pelis y también para escuchar cds de música y que el audio sea bueno ¡eso espero!
Festejé hoy el cumpleaños de mi papá, que muy merecido lo tiene, se merece un brindis y todo lo mejor del mundo así es que le dediqué el resto de la tarde y la noche a él. Champagne Navarro Correas después de la cena.
Tengo mi medallita nueva de San Jorge. Francamente, es preciosa y me da fuerzas para remar la vida. Da la sensación de que el santo me protegerá. ¡Así sea! Más le vale porque costó caro :-)
Mi amiga, a la que le escribí la carta hace un tiempo, me respondió y su respuesta me hizo saltar de alegría. No es tanto por lo que dice ya que lo dicho no cambia el estado de la situación pero que me haya respondido es un paso hacia adelante, sin dudas. Antes, nunca respondía a ninguno de mis mensajes. "En fin es cuestión de admitir que la vida de hoy tiene más sonrisas que la de ayer y eso estimula para seguir distendiendo los labios verdad?". Un saludo afectuoso y mis mejores deseos para este año nuevo que espero te sea muy propicio. Hasta prontito. - me dice en una parte de su correspondencia. El viernes le escribí para su cumpleaños y me respondió, nuevamente, con un "Gracias por el bello recuerdo".
Todavía no fui al dentista por falta de tiempo y me sigue doliendo un diente
pero eso no me inhibirá para irme la semana próxima, salir de la gran ciudad y llevar mi cuerpo, mi alma y mi mente a despejarse a las sierras. Una semana no es demasiado pero es algo que necesito y mucho, me vendrá bien el relax, el sol, la montaña, el no hacer nada. Una semana completa para mí, lejos del mundanal ruido externo e interno.

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